jueves, 15 de febrero de 2018

A mi madre

Óleo sobre lienzo 

En un desgastado lugar de mi memoria donde no se consume por olvido sino por su continuo recuerdo me invita a volver atrás y contemplar aquella vieja escoba, una aguja en sus manos, un mantel cada medio día, el aroma de un rico guiso a la mesa, un despertar
presuroso en la mañana, sábanas de blanco azulado y una colada que no se acababa nunca  porque eramos muchos para una sola...una sonrisa agotada, un caminar seguro , una espera continúa del regreso del cabeza de familia para contar la batalla aunque el corazón y la paciencia la ponia ella y... vuelta a empezar en la mañana.
Zafarrancho de limpieza los sábados y todos en pie antes de las nueve, trapo en mano por la casa, sidol para los dorados,  tierra y limón en los grifos y a la una acabamos...y así con estos momentos transcurrían sus días,  en las noche de viernes se propiciaban salidas, y aunque feliz con su guerra y su tropa, era un alivio,  un descanso , una tregua en su batalla y que ahora pasados los años y mirando su espejo al que nos asomamos, su vida sencilla y a la vez complicada son un trofeo de vida, de ejemplo y alma.

Santi García Cánovas.